18/4/07

Ética.¿Que hago con mi vida?

Reflexiones paralelas.


Hoy mi jefe, dentro de las reuniones mensuales, provocó un encuentro entre su grupo de responsables, que me ha gustado. Además y quizá, a parte de los datos ineludibles respectivos al negocio, ha tenido la delicadeza, cosa que tiene a bien procurarnos a menudo, de hacer una de sus reflexiones nutricias para el grupo. Nos hablaba del papel del director. Del director de lo que sea. Del tratamiento de los recursos humanos. Preguntarnos quienes son los que están trabajando junto a nosotros, colaborando en la consecución de los objetivos marcados por la empresa. El tema ha sido preguntarnos, preguntarles, sobre su predisposición, su ánimo, qué es de sus vidas, la ilusión por hacer cosas, como se enfrentan cada día a lo cotidiano.
Me ha venido a la cabeza un texto de José Antonio Marina que se llama “Ética para náufragos” afín a la idea que mi jefe quería desmenuzar. Los náufragos somos todos, las personas que en un medio hostil tienen que hacer algo para no ahogarse, con su inteligencia tienen que crear cosas para no sucumbir.
La ética no es sino la pregunta perenne de ¿que hago ahora con mi vida? ¿Que hacemos con nuestras vidas, con nuestro trabajo, con nuestro tiempo libre? El poeta dijo: “Nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar, que es el morir.” Lo dijo el poeta, pero ya se sabe que los poetas mienten mucho. Vivir no es parecido a un rió que discurre mediatizado por un cauce y por un régimen pluviométrico. Quizás vivir es más parecido a escribir. En cada párrafo tenemos que pensar que hacer y que palabras elegimos para continuar el texto para plasmar nuestra idea. Hacemos un ejercicio de libertad. Los ríos no tienen capacidad de decisión sino que están mediatizados y no tienen más remedio que discurrir sin pena ni gloria por su cauce. Nosotros, nuestros compañeros, tenemos que dejar de ser ríos. Nuestros amigos tienen que dejar de ser ríos y salirse del cauce establecido porque hacen ejercicio de libertad. Aunque siempre inmersos en limitaciones físicas, psicológicas, económicas, de los determinismos íntimos y determinismos externos. Pero sin nuestra pulsión de cambio no salimos del cauce y realmente “nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar que es el morir”. Las rutinas nos guardan siempre ofreciéndonos un seno maternal, sin problemas ni sobresaltos, calido y adormecedor donde adoptar una postura fetal y descansar. Podemos adoptar esos automatismos regresivos y luego quejarnos de la monotonía. Incluso puede ser delicioso cortarnos los pies y luego quejarnos de nuestra cojera, pero esto no es recomendable. En conclusión tenemos que hacer un ejercicio de libertad, ser los artífices de nuestra vida, minuto a minuto. En un mundo que nos tiene en vilo debemos elegir constantemente, eso es la ética, el “que hacer en cada momento con nuestra vida” y lo mejor es no ser rió, determinado en su curso, en su trayecto, en su muerte. Salir del cauce, ser dueño de sus propios actos sin abandonarse en la continuidad. Podría enumerar más de un compañero que es río, se deja llevar por los acontecimientos, por el devenir del día a día, pero sin tomar parte activamente en su historia particular. Se deja llevar, discurrir placidamente dentro de la paz del cause, sin abruptos, sin contracorrientes. A veces el determinismo nos deja poco margen para la libertad. Estamos mediatizados por la empresa, por nuestra familia, por nuestras limitaciones, por nuestra formación y concepción del mundo, pero siempre hay un margen de decisión en nuestras manos para hacer algo, algo, lo que sea, no nada, no discurrir placidamente. Mi jefe no siempre tiene razón pero acierta diciendo: si lo que hoy has hecho no consigue lo deseado, mañana tendrás que hacer algo distinto. Un ejercicio de libertad. Con nuestras imitaciones deberemos de sobreponernos, superarnos, sobrevivir, subirse encima de uno mismo, de nuestras particularidades, vernos por encima de nosotros mismo. Lo contrario es hundirse, perderse, degradarse, abandonarse, dejarse llevar. Hay que burlarse del destino, la ética es preguntarnos qué hacemos con nuestras vidas, es burlarse del determinismo, de la rutina, de la maldad, del tedio. Tenemos que tener capacidad para inventar nuestra vida y en esto estamos. Ojala pudiera transmitir esto a mis colaboradores y que lo tuvieran claro. A mi también me resulta difícil. Realmente vivimos en un mundo con una ética muy precaria.

1 comentario:

Belén García dijo...

¿Crees que es fácil salir de la noria? Porque creo que más que un río es una noria en la que te sientas y te dejas llevar, contemplando siempre el mismo paisaje.
Estoy casi convencida de que el ser humano, siguiendo su instinto animal más primario, lo único que pretende es sobrevivir; buscar comida, refugio y una manada que le proteja. Es supervivencia, Emilio.
Yo veo España desde fuera, desde el sur, y la verdad es que se ve fea, no voy a engañarte. Su fealdad consiste en lo excesivo en las necesidades. Hay demasiado de todo y eso impide ver lo realmente importante.
Un abrazo,
Manuela.

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Este es un espacio que cedo a mi hija Silvana en aras de su expresión y capacidad comunicativa.

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